lunes, 7 de septiembre de 2015

Cuando el producto eres tu

“Cuando el producto eres tú”, esta frase, la leí hace ya tiempo en un artículo de opinión de un diario de tirada nacional, la verdad, es que me llamó bastante la atención. La sola idea de pensar que el abanico de productos que pueden ser considerados mercancías es ya tan amplio, que incluso las personas se han convertido en “objetos de intercambio”, no  es exactamente las personas de físicas lo que se pone a la venta, sino sus gustos, preferencia, aficiones, estados de ánimo y un largo etcétera.
Se que suena inverosímil que se pueda comercializar con cosas tan intangibles como las citadas anteriormente, pero uno sólo tiene que pensar en todas las aplicaciones “gratuitas” o redes sociales en las que los usuarios dan de alta su perfil, este perfil esta compuesto por una serie de rasgos característicos suministrados por el propio usuario y que este mismo ampliará con el tiempo a través de de opiniones, comentarios o simples “me gusta” que poco a poco irán configurando un perfil mucho más preciso de la personalidad del usuario. Para los compañías propietarias de las redes sociales en vital, ya no sólo que la gente tenga perfiles en sus servidores sino que estos perfiles estén “vivos” y narren las vivencias de sus usuarios.
En este blog, no voy a entrar a debatir sobre si el uso de estos perfiles, tanto por parte de las compañías propietarias como por parte de los usuarios de estos perfiles es positivo o negativo, considero, que como muchas cosas de las que se presentan cada día en la vida de uno tiene su parte positiva y su parte negativa y que es el usuario el que debe discernir en su uso cuando se pasa de los positivo a lo negativo.
Al poco tiempo de iniciar mis estudios en Derecho, me di cuenta que cosas que parecen muy simples están ancladas a contratos, la simple compra de un billete de avión, el uso de una dirección de correo o subir un comentario a tu perfil social te da una serie de derecho y obligaciones y que estos pasan muchas veces desapercibidos ya que son, en muchos casos largos, aburridos y poco . Yo voy a intentar en “La letra chica”, destacar las partes más curiosas de todos estos contratos que de una manera casi inconsciente aceptamos cada día.

No hay comentarios:

Publicar un comentario